Opinión | Pedro Expósito.- Amigos futboleros, ¿os acordáis de la UD Salamanca? Era aquel mítico equipo que llegó a jugar hasta doce temporadas en Primera División. Pues bien, desapareció tras una larga lucha para salvar su maltrecha economía. El 18 de junio de 2013 su disolución ya era un hecho.
En un bonito gesto por homenajear al club de sus pasiones, otrora máximo representante de la ciudad estudiantil durante noventa años, un grupo de personas creó el Unionistas FC en ese mismo año 2013.
Si bien cabe recordar que no es un club continuista de lo que fue la UD Salamanca, en sus objetivos solo está el honrar lo que significó para su afición. Usan sus mismos colores, el blanco y el negro, pero ni juegan en el Helmántico ni pretenden dar a entender que son su equipo sustituto.
Con estas premisas arrancaron en el curso futbolístico 2014-15. Comenzaron lo más abajo posible en la provincia de Salamanca, en Primera Provincial, alzándose con el campeonato y el consiguiente ascenso a Regional Preferente. La gesta no quedó ahí y, esta temporada, en la máxima categoría del fútbol salmantino han vuelto a repetir en la primera posición. Consecuencia de ello es que, este equipo de aficionados a la UD Salamanca, ya tiene plaza en el fútbol nacional, en Tercera División.
Si este caso hubiera sucedido en Andalucía, estaríamos hablando de casi una quimera el hecho de acceder al fútbol de categoría nacional en tan poco tiempo. Os cuento. Pongamos que un grupo de personas crea un equipo en la provincia de Jaén. Este club daría sus primeros pasos en Tercera Andaluza, la categoría más baja de nuestro fútbol, y desde ahí tendría que ir una gran cantidad de peldaños, los voy a enumerar, para acceder al fútbol nacional.
Este flamante nuevo equipo tendría que realizar temporadas perfectas para que tras ellas viniesen una serie de ascensos de ascensos. Así las cosas este club tendría que dar primero un paso hasta la Segunda Andaluza, hacerlo perfecto para pasar a Primera Andaluza, de ahí daría otro salto más para acceder a la nueva División de Honor para finalmente, si sobrevive para contarlo, llegar a la Tercera División.
En resumen. Un equipo de Salamanca puede meterse en categoría nacional en un mínimo de dos temporadas. En nuestro ejemplo, que ha sido la provincia de Jaén, haría falta el doble de campañas para conseguirlo.
Para entender por qué esto es así hay que remontarse al principio del fin del fútbol federado de nuestra provincia. En 2004-05 la Federación Andaluza de Fútbol crea la Primera Andaluza, añadiendo un peldaño más entre la vieja Regional Preferente y la Tercera División Español. En su día se protestó esta medida y, desde entonces, han sido muchos los sectores que la han criticado. Recordemos que esta categoría, que aún perdura, gestionada por la propia Federación Andaluza sería de nivel autonómico y consta de cuatro grupos de dos provincial, por cada uno de ellos.
Tal fue el caos y el daño generado a las provincias menos fuertes de Andalucía que estas acabaron marginadas, bajando ostensiblemente el número de representantes tanto en Primera Andaluza como en Tercera División, sobre todo en el caso de Jaén.
Para solucionarlo, a finales de la temporada pasada, se propuso un nuevo sistema de competición a la Federación Andaluza de Fútbol: pasar de cuatro grupos biprovinciales a ocho provinciales. Así se “volvía” a los tiempos de la Regional Preferente, se abarataban costes y se facilitaría la entrada de equipos menos poderosos a la lucha por acceder a la Tercera División.
Sorprendentemente la Federación Andaluza aceptó, sin embargo guardaba un as bajo la manga: la creación de una nueva categoría. La llamada División de Honor, que entra en funcionamiento la temporada que viene, constará de dos grupos con cuatro provincias representadas en cada uno de ellos. Occidente contra Oriente, o lo que es lo mismo, una Tercera División antes de la verdadera Tercera División.
Una categoría esta, que será exactamente igual que la Tercera División pero a nivel autonómico, que costará el dinero a los equipos jiennenses, que no generará ingresos y que dificultará que un equipo de nuestra provincia pueda llegar a estar en la verdadera Tercera División.
Esta es la última cacicada de una Federación a la que le atisbo más interés por recaudar que por ayudar a los ahogados clubs de pueblo. Una nueva tragedia del fútbol modesto, al que de nuevo se priva de tener acceso a las categorías nacionales. Un pan para hoy y hambre para mañana que deberían haber previsto los que ven con buenos ojos la creación de este sin sentido futbolístico. Un puñado de euros hoy, por aceptar este nuevo nivel liguero, puede significar una deuda que conlleve a desaparición mañana. Deberíamos ser consecuentes.