Opinión | Pedro Expósito.- Quizás Andrés Rodríguez, consejero delegado del Real Jaén CF, no pensó mucho lo que estaba diciendo cuando entró en directo, en La Jugada de Jaén de Canal Sur Radio, para explicar la situación real del tema de las denuncias de los trabajadores del club blanco. Lo cierto es que sus palabras no dejaron indiferente a nadie.
Expresó, de manera poco meditada a mi juicio, una serie de afirmaciones que en el seno de los jugadores y de la afición no han sentado nada bien. Y es que este señor defendió, algo muy loable, la honradez y buen hacer de los nuevos dueños del Real Jaén a costa de acusar a los trabajadores del Real Jaén de un hipotético descenso administrativo a División de Honor, si estos no aceptan la propuesta ofrecida por el club blanco para alcanzar un acuerdo de pago con los mismos.
La solución que emitió el propio Andrés Rodríguez pasa por cobrar “pagarés a cinco meses, o los jugadores serán los culpables del descenso del Real Jaén a División de Honor. No podemos cometer una ilegalidad. Ellos han bajado al equipo a Tercera División y yo no les reprocho nada. Si no se fían del proyecto y no puedo pagarles ¿de quién es la culpa? Si no creen en nosotros y quieren denunciar el descenso administrativo será culpa de ellos” desveló sin tapujos el consejero delegado del club.
Si hablamos de fondo posiblemente las palabras de Andrés Rodríguez no obedezcan nada más que al propio raciocinio y deber de hacer las cosas de una manera legal. El consejero delegado dijo alto y claro que la época de los chanchullos para salvar el culo con los abonos, y perdonen mi lenguaje, “se había acabado en el Real Jaén”.
Nadie puede reprocharle a Tomás Membrado, presidente de la entidad blanca, que quiera pasar a la historia de un club casi centenario siendo el único, y a los antecedentes me remito, que ha basado su mandato en la legalidad y la trasparencia. Veremos si lo consigue.
Sin embargo en las formas el tema cambia. A una plantilla que lleva seis meses sin cobrar, que ha sido denostada en los medios, vapuleada en la calle y hundida en lo moral, no le puedes culpar de un descenso administrativo a División de Honor. A padres de familia, con hipotecas, cargas, alquileres y que con la cabeza agachada han tenido que pedir para seguir defendiendo el escudo de tu equipo, no le puedes exigir o imponer absolutamente nada.
Suena a chantaje, a maniobra más propia de los tiempos de Al Capone o Lucky Luciano. Y no, a un trabajador como Rafael Ortega no le puedes pedir que aguante cinco meses más o que crea en la promesa inanimada de un pagaré, porque de las buenas intenciones y de los buenos deseos no se come.
Por eso pese al buen fondo de las palabras de Andrés Rodríguez en Canal Sur – ajustadas siempre a la legalidad de la que hace gala en cada uno de sus discursos Tomás Membrado – las formas no solo le han perdido sino que además han avivado el fuego de la desconfianza.
¿Con qué cara se presenta un directivo a negociar con un jugador al que se le deben seis meses, se le insta a que aguante cinco más y encima se le acusa de haber descendido al equipo a División de Honor si no acepta?