Opinión | Pedro Expósito.- Domingo, 7 de febrero a las 18:30 horas. Podría ser la fecha y hora de cualquier partido de fútbol fijado en la provincia pero era el previsto para la celebración del Sierra de Segura CF – Orcera CF en Cortijos Nuevos.
El estado del albero en el Montizón, así se llama el coqueto estadio de la pedanía de apenas 100 habitantes, era el normal después de que las nubes pasaran la noche descargando agua sobre su arcaica superficie de juego. El amarillo reluciente que ofrece a la vista este sedimento rocoso – tan atractivo para el romántico del fútbol desde la grada – se tornó en un peligroso barrizal donde la práctica del fútbol es de todo menos recomendable.
No es nuevo. Los miembros que conforman el Sierra Segura se afanan, por amor al arte, en que su estadio esté siempre a la altura. Doy buena fe de que lo consiguen en la mayor parte de las veces pero en días de lluvia todo son lamentaciones y cabezas bajas. Es imposible luchar contra los elementos. Los recursos son los que son y el campo de fútbol es el que es. A la humildad y la modestia a menudo se le tiene que dar un empujoncito con dinero de la Administración Pública para poder pelear con dignidad, ya no solo contra el rival de cada domingo sino también contra los elementos medioambientales.
No se trata de dotar a una instalación de césped para que un determinado grupo selecto que conforma un equipo salga a competir y ganar cada domingo sino que se trata de dotar de una instalación digna a un colectivo social que, entre otras cosas, está a favor de algo tan sano como es el deporte y algo tan básico y elemental como la labor de educar a los más pequeños, en un ambiente favorable, para desarrollar todo su potencial tanto a nivel físico como humano.
A fin de cuentas esto es lo más importante. Está en juego la supervivencia de un club cercano a cumplir veinte años y sin embargo eso no es lo más preocupante. Lo que realmente sería un fracaso es que los niños se quedaran con un entorno huérfano de fútbol. Que es a lo que está abogada la pedanía de Cortijos Nuevos si no se busca una solución a este tema.
Lejos de mirar cuantos títulos o victorias puede cosechar un equipo, yo me quedo con la cantidad de chavales que han pasado por la escuela de fútbol y que, pensando en futuro, corren el riesgo de no poder tener esa oportunidad con sus hijos y en su entorno.
Justicia deportiva. Campo de césped ¡Ya!