Pedro Expósito.- No había nacido y Diego Armando Maradona ya lo había conquistado todo. Ya iba yo mal y tarde. Podría ser el enunciado del relato de la vida de un tuercebotas como yo que un día soñó con hacer el gol a los ingleses.
De ese niño que soñaba con triunfar en el fútbol, como cualquier niño que se precie – desconfiad del que no – solo me queda una descuidada forma física, un disparo torpe con la zurda, porque para colmo soy diestro, y la poca consciencia de considerar que, en mi lamentable situación, puedo seguir jugando al fútbol. Al fútbol sala en mi caso. Ya no estamos para heroicidades.
Diego no fue mi ídolo deportivo, lo fueron otros más acordes al mundo del fútbol que me acompañó en mi infancia. Raúl González se llevaba la palma en aquellos años. Sin embargo, siempre llamado por el morbo de la cara b de su vida, Maradona me llamó, imagino que a todos, mucho la atención. El mito devoraba en aquel momento al futbolista dentro de mi cabeza. Luego cambiaron las tornas.
Descubrí poco a poco al futbolista. Me empapé de toda la información, documentales, vídeos y partidos que pude para de verdad entender su dimensión y creo que en el último partido suyo que vi, un Nápoles – Milán de la 88-89 – en el que marcó un espectacular gol de cabeza desde fuera del área – lo entendí todo. Él era TODO para el fútbol. Para el fútbol y no a costa del fútbol. Así lo hizo saber siempre.
No es día de entrar en valorar qué pasó después. Está claro que no fue el gran ejemplo fuera como lo fue dentro. O quién sabe. Que cada palo aguante su vela. Se equivocó y pagó. La pelota no se mancha. Palabra de D10S.
Hoy es día de despedir al hombre. Un día que tenía que llegar y no por esperado – después de todo nos tenemos que marchar todos – duele menos o nos coge preparados. Se va el mito, el hombre y el D10S. El que un día hizo soñar a toda una generación.
Por mi parte gracias por todo. El deporte que amo jamás hubiera sido tan inmenso de no ser en gran parte por ti.
DEP Maradona
