Israel Josué.- Es una eterna pregunta que se hacen en muchos campos de fútbol de todo el territorio nacional. Por qué copiamos modelos de otras ligas internacionales y no la creación de una liga de filiares, que abriría las puertas en categorías importantes del fútbol nacional a muchas poblaciones y ciudades, que sueñan con llegar a categorías altas pero, que muchas veces, se topan en la liguilla con estas canteras o con que dichos filiales ocupan categorías, sobre todo en Segunda División B y Tercera División ocupando un sinfín de plazas.
Toca remontarse unos años cuando, la Liga de Fútbol Profesional, anunciaba la creación de una liga de equipos filiales que empezaría a funcionar en la temporada 2010/11 y que sin embargo, a pesar de que en su fecha distintos clubes de Primera y Segunda ya habían dado su apoyo al proyecto, la Segunda B en bloque se opuso, frenando su implantación.
¿Qué ventajas y desventajas dejaría la creación de una competición de Filiales a nuestra Liga?
La Liga de Filiales es un proyecto de la LFP para englobar a los filiales de los cuarenta y dos equipos de Primera y Segunda en una competición exclusiva. Según el proyecto original, diseñado por Roberto Olabe, sería una competición cerrada, sin ascensos ni descensos, disputada siempre por los filiales de los 42 equipos que en ese momento estuviesen en las dos categorías principales de la Liga de Fútbol Española.
Los 42 equipos se dividirían en tres grupos de 14 equipos cada uno seleccionados por proximidad geográfica. El torneo se disputaría en tres fases. La primera se jugaría a una sola vuelta y los cinco mejores de cada grupo y el mejor sexto se clasificarían para la Superliga, que se celebraría a doble vuelta, determinando el campeón.
Los otros grupos los formarían los peor clasificados. Los dos mejores de cada grupo tendrían como premio poder participar en la Copa, junto a los ocho primeros de la Superliga. La Copa se jugaría en sede única y a eliminatoria directa.
La idea es que puedan participar jugadores a partir de los 16 años y menores de 21, con un cupo de cinco con un máximo de 23 años. Sólo podrá haber cinco jugadores extracomunitarios en la plantilla, y los jugadores lesionados de larga duración de los primeros equipos también podrían participar para completar la recuperación.
Este modelo sería en todo caso una novedad en Europa, donde el problema de los filiales tiene diversas soluciones. La más similar a la que plantea la LFP es la italiana. Allí existe la Liga Primavera sub-19, una competición en la que los equipos filiales se enfrentan pero con la limitación de la edad de los jugadores. En Inglaterra, aún continúa la histórica Liga de Reservas, que se inició en 1911, aunque últimamente se multiplican las críticas a su formato por su escasa competitividad. En Francia y Alemania, por su parte, los equipos filiales están encuadrados en Cuarta y en Tercera, respectivamente, sin posibilidad de ascensos.
Estos son algunos pros y contras de este ambicioso proyecto:
– Serviría de proyección a los jóvenes. Tendrían la oportunidad de enfrentarse a equipos de similar nivel y en instalaciones mejores que los campos a los que están acostumbrados a jugar en Tercera o Preferente. Eso les ayudaría a coger un ritmo de competición ideal que podría adelantar su debut en Primera. Actualmente, la Liga Española es de las más veteranas, rondando la media de edad de los jugadores de Primera los 26,5 años, cifra superior a los 26,4 de Italia, los 25,6 de Alemania, los 25,4 de Inglaterra o los 25,2 de Portugal.
– Evitaría la “adulteración” de la competición. Y es que muchos aficionados de equipos históricos que, por una circunstancia u otra, se encuentran jugando en categorías inferiores se quejan de la presencia de los equipos filiales en sus divisiones. Primero, porque están ocupando un puesto que podría ser el de ellos, con toda la repercusión económica que ello supone; y segundo, porque la motivación de estos equipos filiales puede condicionar un partido. Por ejemplo, este año la última jornada de liga en Segunda enfrenta a los filiales de Barcelona y Villarreal contra el Rayo y el Betis, respectivamente. ¿Hasta qué punto es justo que un equipo que no se juega nada (sólo el hecho de que un ojeador pueda fijarse en sus jugadores) debe condicionar el ascenso o no de otro que se puede estar jugando su solvencia económica?
– Minutos para los jugadores lesionados. En los equipos de la Liga de Filiales también tendrían minutos los jugadores lesionados de larga duración que tengan los primeros equipos. Eso sí, su participación estaría regida a tres condiciones: que la lesión sea superior a los 90 días; que jueguen en los 60 días siguientes a su alta médica; y que no puedan disputar más de 4 partidos.
– Su implantación podría servir para reformar y mejorar la Segunda B. Si los equipos filiales dejarán sus plazas en esta división, sería el momento ideal para un viejo proyecto de la LFP: reducir a tres los grupos de esta división. Además, se podrían tomar otras medidas que resucitasen un modelo caduco y que parece abocado a su desaparición, dada la tremenda deuda que arrastran los equipos de esta categoría.
– Los patrocinadores y los contratos de televisión costearían los gastos de su puesta en marcha, según los estudios realizados por la LFP.
– La gran disparidad de nivel entre los 42 equipos.
– La inversión económica. Crear la Liga de Filiales supondría un fuerte desembolso económico para la LFP, que debería además reajustar todas sus categorías para rellenar los vacíos que dejasen los filiales. Eso plantea otra cuestión, ¿cómo se haría el reparto de las plazas vacantes? ¿Sería capaz la LFP de dar con una solución que satisficiese a todos los clubes implicados?
– El marrón de un fracaso. En el caso de que se llevase a cabo la Liga de Filiales y tras dos o tres temporadas la idea fracasase, la LFP se vería con el problema de reubicar a los filiales en sus competiciones. ¿Cómo lo haría entonces? ¿Empezarían todos desde cero? ¿Intentaría reubicar a cada filial en la división que jugaba anteriormente? Viendo la chapuza de la Liga de 22 equipos que hicieron tras el descenso administrativo de Sevilla y Celta (que aún seguimos sufriendo con una Segunda División saturada de equipos) habría que ver cómo solucionarían este problema.
– ¿Qué pasaría con los filiales de los equipos de Segunda B? Según el modelo actual, el equipo que descendiese a Segunda B se quedaría sin plaza para tener un equipo en la Liga de Filiales. Igualmente, el club que ascendiese tendría que crear rápidamente la infraestructura necesaria para un equipo filial.
El proyecto de Liga de Filiales que abanderan Roberto Olabe y Ricardo Testa tenía prevista su implantación para la temporada 2010/11. Los equipos de esta división reclamaron una reestructuración que compense los perjuicios que causaría la marcha de los filiales de conjuntos de Primera y Segunda que ahora juegan en la Segunda B. La presencia de estos equipos tiene una gran repercusión en las taquillas de los equipos modestos, que verían comos sus escasos ingresos se reducen aún más con la creación de la Liga de Filiales.
La reestructuración que exigen estos equipos se formaliza en dos alternativas. En la primera de ellas, los clubes importantes de Segunda B reclaman una Segunda con dos grupos de veinte equipos.
A su juicio, las aficiones seguirían más a sus equipos porque los desplazamientos serían más cortos. Mientras que una segunda corriente, promovida por los equipos catalanes, apuesta por remodelar la Segunda B para dejar la categoría de bronce en sólo tres grupos de 22 equipos cada uno, con ascenso directo para los dos primeros de cada grupo, sin play off, y bajando seis equipos de Segunda a Segunda B, categoría en la que se fijaría un tope salarial para que los presupuestos sí se cumplan.
Con todo, actualmente el “No” de los ochenta clubes de Segunda B mantiene paralizado el proyecto de la Liga de Filiales, sin que de momento se sepa cuando se podrá retomar.