Pedro Expósito.- Manuel Rodríguez Alonso ‘Manolito’ es uno de los veteranos, con tan solo 27 años de edad, de un Carolinense CD con una edad media bastante baja, uno de los jugadores a los que a mí personalmente – si me permiten esta pequeña licencia – me gusta llamar futbolista. Para mi existe una diferencia muy amplia entre un concepto y otro y este chaval representa lo que para mí debe ser un futbolista.
Es también un chaval que lo ha pasado muy mal en este inicio de temporada a causa de una lesión, que aparentemente iba a ser leve pero que lo ha alejado de lo que más le gusta hacer en su vida, jugar al fútbol. Un edema óseo en el tobillo que le ha hecho pasar momentos duros que sin lugar a duda solo conocen los futbolistas que de verdad sienten este deporte. Todo un calvario para el que no entiende la vida sin las botas puestas.
Manolito afrontaba con ilusión el enésimo nuevo proyecto del Carolinense desde que sus días no pasan por Tercera División. Es un futbolista de la casa, de los que sienten el escudo, de esos que pasan más horas en el campo de fútbol que en su casa, ya que además de ser futbolista del club, también echa una mano en lo que puede.
Fue de los pocos que quisieron continuar en un nuevo proyecto localista, para el que se está contando con muchos chavales de La Carolina, muchos de ellos sin experiencia previa en la categoría, habiendo hecho participar a esta altura de la competición hasta a ocho futbolistas en edad juvenil.
Inédito hasta la fecha, Manolito, que estaba pendiente de pasar una revisión que le diera alas para volar sobre el mítico Ramón Palacios, por fin pudo calzarse las botas, enfundarse la camiseta número catorce, escuchar la charla previa de su entrenador – sintiéndose de verdad partícipe – y saltar al campo para disputar los primeros minutos de la temporada. El resultado, dos a dos ante el Orcera CF, era lo de menos. Para la estadística queda su tarjeta amarilla y la asistencia en el segundo de los tantos blancos.
Unos minutos éstos que no son sin embargo los primeros con su equipo, al que nunca ha abandonado, asistiendo a los entrenamientos, aconsejando a los más jóvenes, yendo a los desplazamientos y a los partidos como local, y en definitiva, siendo uno más aunque en su casillero de participaciones campaba siempre un cero. Lo que debe ser un futbolista, dentro y fuera.