OPINIÓN | Alejandro Arce.- Hace unos días Pedro Expósito me escribió para que hiciera llegar a la gente la visión desde otra perspectiva, la de un entrenador que por las circunstancias que sean no tiene la suerte de entrenar. Así pues, empleando parte de ese tiempo libre del que dispongo, me lanzo con valentía a explicar en primera persona lo que yo personalmente hago encontrándome fuera de la ruleta de entrenadores que se encuentran con equipo.
TRABAJO VISIBLE: FORMACIÓN
Este primer bloque es fundamental y es el empleo del tiempo en cosas que los demás ven. En mi caso a lo largo de prácticamente el último año he estado cursando el Nivel Nacional de Entrenador UEFA Pro, como lo denominan ahora, en Úbeda donde tenía clases regularmente: lunes, miércoles, viernes y sábados.
Cuando empecé estaba sin entrenar por lo que no había problema de ningún tipo y eso hizo que este verano tuviera claro que no iba a enrolarme a ningún compromiso para entrenar pues en sénior ( ya fuera en cualquier función de míster o ayudante) los viernes es día de entreno obligatorio; y en categorías inferiores, que era una opción clara para» matar el gusanillo» y poder seguir ligado al fútbol, los sábados son día de competición y ese día, de 9:00 a 14:00 y de 18:00 a 20:00 horas, había clase en mi calendario. De forma que mis valores no me permitirían sentirme bien estando en un deporte que amo y en el cual siempre hay que dar el cien por cien de uno mismo al servicio de los demás. Así que con mucho dolor, pero sabiendo que tomaba la decisión correcta y agradeciendo de forma sincera llamaron a mi puerta, era momento tras seis años ininterrumpidos de dar » un paso atrás para volver con fuerza en el futuro”.
Estar en clases siempre es una forma de estar invirtiendo tiempo en mejorar, la formación es algo necesario que todos los que soñamos con entrenar debemos de hacer. Afortunadamente ya he finalizado con éxito mi Nivel III lo cuál era un objetivo bonito para mí cuando era niño. Pero la formación de un entrenador es continua, no acaba nunca si te paras te adelantan por detrás y hay que estar renovándose continuamente.
Por eso he asistido recientemente a otras conferencias en este inicio de año en Lucena (Córdoba) sobre preparación física y la última sobre Valores y Sociedad en Villacarrillo, a cargo del árbitro de Primera División, José Luis Munuera Montero, y seguiré haciéndolo siempre que pueda.
Otra parte dentro de este trabajo visible seria la visión de partidos en directo en los campos de fútbol, en los que soy un asiduo. He presenciado partidos de: Primera, Segunda B, Tercera , División de Honor, Primera Andaluza, Segunda Andaluza y categorías inferiores; algo que es habitual en los entrenadores, tanto entrenando cómo no, pero con un matiz claro que es que cambia mucho la visión al no pertenecer a un equipo, pues cuando entrenaba iba a realizar el scouting del rival – al que te ibas a enfrentar próximamente – y ahora vas y disfrutas del fútbol en sí, sin estar preocupado de tantas cosas que te afectan cuando entrenas (un gol, una tarjeta que hace que el jugador cumpla sanción…).
Vamos que cambia la perspectiva del fútbol por completo. Decir que me gusta apuntar cosas o detalles concretos de equipos o jugadores porque nunca se sabe dónde puedes volver a entrenar en este mundo del fútbol, pero es otra visión diferente.
TRABAJO INVISIBLE
Imagino que como muchos de mis colegas entrenadores, me gusta leer las noticias sobre la información de nuestros equipos jiennenses, escuchar la radio para ponerme al día o ver los fines de semana las actas de los distintos partidos y así poder ver alineaciones, goles etc.
Luego tengo otros gustos que me apasionan, como son leer libros sobre fútbol o deportistas y de psicología, que es algo vital hoy en día para un entrenador que tiene que convivir con muchos problemas y dar solución. Otra cosa que me llena es ver videos sobre entrevistas, especialmente de entrenadores de élite, de los que voy apuntando siempre cosas que entiendo que pueden ser útiles en un futuro.
Este trabajo invisible es para mí algo impagable. Recuerdo que en 2004 leí ‘Para ser bueno en lo que quieras se necesitan mínimo 10.000 horas de vuelo’. Aquello me impactó. Tenía 15 años y mi pequeño sueño, por aquel entonces, era ser entrenador del equipo de mi pueblo, Villanueva.
Eso me abrió los ojos y lo desglose de la siguiente manera: «3 horas al día por 365 días al año son 1.000 horas aproximadamente por lo que en 10 años ya tendría las 10.000 horas necesarias. Diseñé mi particular rutina tras venir de la escuela y me ponía siempre, tras hacer los deberes, a hacer 3 horas de lectura de libros, revistas de fútbol y periódicos, todas cosas relacionadas con mi pasión.
Lo convertí en un hábito, me apasionó y disfrutaba de lleno, y tras obtener mis títulos de entrenador (Monitor, Nivel I y II) y hacer mis pertinentes prácticas, tuve la suerte que en 2014 me convertí en entrenador sénior del equipo de mi pueblo. ¡Justo a los 10 años! Fue curioso porque podían ser 12 o 15 años, las circunstancias mandan en fútbol, pero tras 10 años de trabajo invisible creciente, con 25 años de edad, tuve la fortuna de lograrlo.
Con esto quiero transmitir que a nadie le regalan nada, que las cosas hay que merecerlas y trabajar por ellas, aunque nadie lo vea, y si disfrutas en ese camino entonces ya has ganado tú éxito.
Ahora he vuelto a ese trabajo invisible que lamentablemente al ejercer de entrenador y estar pendiente y ocupado de muchas cosas visibles: solucionar problemas, estar en el campo, reuniones con jugadores; no dejaban tiempo y es por ello por lo que llevo bien el encontrarme fuera de los banquillos, sabiendo que algún día volveré a estar dentro de la ruleta de entrenadores con equipo y preparado para cuando llegue esa oportunidad aprovecharla y dar lo mejor de mí.
Creo que todo es un proceso y la mentalidad con la que te lo tomes es la clave. Esta es la humilde opinión de un entrenador de “descanso visible” a la espera de su momento.